Mi familia me llevó a médicos clínicos, traumatólogos y neurólogos, tomé todos los medicamentos recetados y mi situación no mejoraba, al contrario, cada vez más debilidad y entre lógicamente en un estado depresivo luego de 15 días en una situación sin salida.

Al visitarme, una amiga me recomendó hacer una consulta en punto quiropráctico pero no encontraba relación alguna con mi problema. Luego de 2 meses sin esperanzas tomé la decisión de conocer que era quiropraxia. Nunca voy a olvidar esa primera visita porque me tuvieron que llevar casi en andas entre dos personas, no podía caminar del dolor y los mareos además de sentirme incomoda por todo el tiempo que pasé sin poder bañarme ni valerme por mis propios medios para mi higiene personal.

Me recibió Tomás en la sala, me examinó, vio mis estudios y en esa misma posición de sentada corrigió mi primera vértebra cervical. Todavía recuerdo esa sensación, algo que se liberaba, sentí que volvía a entrar mucho aire a mis pulmones y me largué a llorar. Sabía que lo malo en mí empezaba a irse.

La segunda visita fui solo acompañada de mi marido y de la mano y en la cuarta visita ingresé caminando sola y vi los ojos de todo el equipo de Punto Quiropráctico brillando de emoción.

Hoy tomé nuevamente las riendas de mi salud haciendo cambio de hábitos guiada por Tomás que siempre me aconseja tener una vida más simple y cerca de lo natural. Gracias a ese fantástico equipo de seres humanos recuperé mi vida.